Cómo son las cosas de la vida, a veces lo que uno menos piensa se da, la lógica queda de lado y se suscitan hasta los más inesperados hechos. No siempre gana el más fuerte mentalmente, no siempre gana el que tiene más prestigio, el que tiene más medallas o galardones o trofeos, gana el que aprovecha los errores de su rival, gana el que se entrega, el que se da al 100%, gana el que lucha cada pelota, el que hace que cada gota de sudor valga la pena, el que brega contra cualquier corriente contraria, ese fue el caso del checo Lukas Rosol ayer cuando derrotó a Nadal.
El psicoanálisis del mismo Rafa es el que sale a flotar en estos momentos - "Si juegas bien, ganas. Si juegas mal, pierdes"- momentos en los cuales sólo le queda la resignación de haber logrado mucho más de lo que logró el año pasado -en estas instancias del año- pero, nunca basta como dicen los fanáticos o hinchas de alguien o de algún equipo, en el cual siempre piden más y más.
El Rafa que sumaba 140 victorias y tan solo 3 derrotas en partidos de Grand Slam en los que ganó en la primera ronda, debo de suponer que aún no logra comprender el motivo que lo llevó a una derrota nefasta ante un jugador totalmente desconocido (para casi todas las personas o al menos para mí), ha podido doblegar al jugador que se perfilaba en este torneo como no sólo uno de los favoritos, si no como "el gran favorito", con lo que venía haciendo, ahora Nadal verá los encuentros posteriores desde su residencia; esperará entonces los siguientes torneos para poder reivindicarse con sus seguidores y más aun con él mismo.
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